Si algo tiene importante en el desarrollo de un hombre, es la figura de ELLA. Esa ELLA que en cada etapa es distinta y que marca para siempre.
La primera ELLA para un chico, suele ser su madre. Por regla general su dominio es total hasta la adolescencia. En otros casos sigue ejerciendo su dominio hasta que se le para los pies, aunque hay gente que nunca se atreve a pararlos y tiene madre hasta en la sopa. Gracias a Nobudaladiós no es mi caso.
La siguiente ELLA suele venir en el cole. Todos seguro que andábamos pillados por alguna profesora.
Entrada la adolescencia llega la ELLA o ELLAS que más nos suelen marcar y es el caso que nos ocupa.
Los coetáneos que coincidieron conmigo en la escuela de monitores de la Ciudad de los Muchachos (asuncionista) estarán de acuerdo en que hay una ELLA muy particular que trajo de cabeza a muchos de nosotros.
No entraré a decir el nombre, pero puedo decir que de lo que más recuerdo de ELLA era su inconfundible risa, que parecía que le iba a dar un síncope, su preciosa cara y su encanto natural que nos tenía a muchos embobados.
Recuerdo en especial un momento en el que en Mataelpino en un arranque de
valentía, se lo solté como sólo un chaval del 16 años puede hacer.
ELLA: ¿Que te pasa que estas muy triste?
YO: Es que me gusta mucho una chica
Me puse colorao como un tomate y aquí se acabó la conversación. Prácticamente nos
rifábamos hacer la tontería mas grande para hacerla reír. ¡Ahi madre que tiemposssss!.
Luego llega la ELLA que es la primera a la que besas, produciéndose otro nuevo terremoto emocional y cuando después de un simple beso, lo que ahora sería una tontá, ya estás pensando en envejecer juntos, los hijos que vas a tener... y esa ELLA que aunque es incluso un poco más jóven que tu y te da mil vueltas, te pega el gran hachazo.
Sea como fuere me siento felíz por haber pasado por estas ELLLAS necesarias. Y aunque pudiese volver al pasado sabiendo lo que se hoy, no actuaría de manera distinta. Al fin y al cabo lo que soy y cómo soy a día de hoy, es fruto de lo que fui y las experiencias que vivi.
Gracias ELLAS, a las que he nombrado y a alguna otra que también fue importante en el camino de pasar a la madurez.